Pierre de Coubertin revivió la llama de la Grecia Clásica
hasta convertirla en la celebración deportiva más seguida de todo el planeta
Los Juegos Olímpicos modernos cumplen 120 años. Hoy en día constituyen
el evento deportivo más popular y más prestigioso de todo el planeta. Grandes
ciudades de los cinco continentes se disputan cada cuatro años convertirse en
las sedes de un evento de impacto global que tiene sus raíces en la Grecia
Clásica, pero que nació a finales del siglo XIX de la mano de un parisino
entusiasta.
Pierre de Coubertin, el padre de los Juegos Olímpicos
modernos, vino al mundo en la capital francesa el 1 de enero 1863. Era hijo del
pintor Carlos Fredy. Sus padres querían hacer de él un militar o un político,
pero desde los primeros años mostró su preferencia por el mundo de la
educación. A partir de 1870 tuvo que vivir, ya desde pequeño, los problemas de
la guerra de la Comuna de París y la dificultosa Constitución de la 3ª República
francesa, que produjo una gran división en la vida social y tuvo importantes
consecuencias para la organización escolar.
Antes de cumplir los 20 años había realizado ya numerosos
viajes, visitando diversas escuelas británicas y americanas, donde encontró las
bases para una reforma educativa. Más tarde fue elegido miembro del comité para
la organización de la educación en la escuela francesa. En este período dedicó
un gran esfuerzo a la puesta en marcha de un plan de formación física para
todos los escolares.
En uno de sus viajes a Grecia, el padre de los Juegos
Olímpicos modernos encontró entre las ruinas la idea de que el rescoldo de la
llama olímpica todavía podía avivarse con el fin de llevar al mundo la paz y el
intercambio de culturas. Como fruto de sus viajes, escribió muchos libros: La
educación en Inglaterra, La educación inglesa en Francia, Universidades
trasatlánticas, Memorias de América y Grecia, entre otros.
Con motivo de la exposición universal de París de 1889,
Pierre Coubertin empeñó su trabajo e incluso su fortuna en promover en la
escuela una reforma de la educación física y animar a los políticos para que
los Juegos Olímpicos surgieran de nuevo como en la antigua Grecia. Sus
esfuerzos, en principio, no tuvieron mucho éxito; pero en el Segundo Congreso
Internacional del Deporte celebrado en La Sorbona en junio de 1894 se aprobó
apoyar la celebración de la nueva Olimpiada. Coubertin escribiría más tarde que
de los 79 delegados, que representaban en el Congreso a 49 naciones, solo dos estaban
entusiasmados con la renovación de los Juegos: el presidente del comité griego
Dimitrios Vikelas y un profesor del Colegio de New Jersey, la futura
Universidad de Princeton. «Los demás dijeron que sí, simplemente por
complacerme», afirmó.
Después de 1.500 años de silencio y letargo, por fin, en la
primera semana del mes de abril de 1896 se celebraron los Juegos Olímpicos en
Atenas. En 1924, tras los brillantes Juegos Olímpicos de París, Pierre de
Coubertin anunció su retirada del Comité Internacional. Sus últimos años se
caracterizaron por la soledad personal, penuria y tragedias familiares en las
que se vio inmerso. Murió el 2 de septiembre de 1937 en Ginebra y fue enterrado
en Lausanne; pero, siguiendo su deseo escrito, su corazón fue trasladado a Olimpia,
y yace allí en un pequeño monumento junto a las ruinas.
Regreso a la cuna Olímpica
En el 776 antes de Cristo, Koribos de Élide cruzó la meta en
primer lugar tras 192,27 metros de esfuerzo sobre arena batida y fue aclamado
por los 50.000 hombres que llenaban el estadio de Olimpia. En el verano del
2004 fueron 15.000 los espectadores (4 mil millones a través de las
televisiones) los que ovacionaron en el mismo escenario a los dos lanzadores de
peso (un hombre y una mujer) que, 21 siglos y pico más tarde, emularon a
Koribos, el primer campeón de los Juegos Olímpicos de la historia.
El comité organizador de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004
hizo un par de guiños al pasado. El más celebrado fue el regreso a su cuna de
la competición deportiva más importante del orbe, la vuelta al estadio donde se
celebraron los Juegos Olímpicos entre el 776 a. de C. y el 393 d. de C. El
retorno, en fin, al escenario en el que Koribos ganó la carrera (dromos), única
prueba de la que se componía en su origen el programa olímpico. Con los siglos
fue creciendo el número de modalidades, aunque jamás llegó a celebrarse en
Olimpia una competición de lanzamiento de peso.
Doble debut
En el 2004 fue la primera ocasión en la que las mujeres
obtuvieron permiso para competir en Olimpia, aunque hay quien recuerda que
participaron indirectamente desde el 680 a. de C., pues fue cuando se
introdujeron en el programa las carreras de cuadrigas, y muchas griegas eran
dueñas de carros y caballerías. En los Juegos Olímpiicos de la Grecia clásica
no solo no podían participar: a las mujeres ni siquiera se les permitía ser
público. En las primeras épocas, la sacerdotisa de Deméter, diosa de la
fecundidad, era la única que tenía acceso al recinto olímpico. En la época de
esplendor máximo, la violación de esta prohibición estaba penada con una
condena a muerte.
Siglos más tarde, seguramente en la época de decadencia de
los Juegos Olímpicos, se permitió la presencia de las solteras, «a fin de que
la contemplación de los cuerpos desnudos de los hombres en plena competencia o
su vigor atlético las indujeran a contraer matrimonio», detalla en su tomo
décimo la Enciclopedia Salvat de los Deportes. «Análogamente, la prohibición
impuesta a las mujeres casadas nacería de que éstas podrían establecer odiosas comparaciones
entre los atletas olímpicos y sus propios maridos», se puede seguir leyendo.
Para evitar que los arqueólogos se exaltasen, la organización intervino lo
mínimo en Olimpia. No hubo marcador electrónico y la prueba se disputó de día,
pues tampoco se colocó iluminación artificial. Se acreditó a un número reducido
de periodistas (unos 300) y los espectadores, 15.000, se acomodaron en el
césped que rodea al campo de lanzamientos. El otro guiño al pasado fue la
inclusión entre los escenarios del Panathinaiko Stadium. Este recinto es una
maravilla arquitectónica situada en el centro de Atenas, en las cercanías de la
avenida Reina Sofía y uno de los escasos atractivos turísticos de la capital
griega que se puede visitar sin pagar un céntimo.
En el Panathinaiko Stadium se celebraron en 1896 los
primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. Allí llegó exhausto el griego
Spyridon Louis, vencedor del maratón ante 50.000 exaltados paisanos, incluidos
el rey y el príncipe. En el 2004, en los segundos Juegos de Atenas, esta prueba
volvió a finalizar en el mismo recinto, con un épico triunfo para el italiano
Stefano Baldini.
La próxima cita olímpica de la era moderna tendrá lugar este
año en Brasil. Los Juegos de Río 2016 comenzarán el 5 de agosto y terminarán el
día 21 de agosto. Serán los primeros juegos olímpicos que se celebran en
Amércia del Sur y está previsto que participen 10 500 atletas de 206 comités
olímpicos nacionales. Las competiciones, 306 en 28 deportes, se llevarán a cabo
en 33 recintos deportivos de cuatro barrios de Río de Janeiro.