La cantidad de jugadores lesionados que
debilitan a los equipos fecha tras fecha debería poner en foco el trabajo
durante la semana. Los técnicos resignaron espacios de poder ante el
protagonismo de preparadores físicos que les coparon el territorio e
invirtieron los roles.
¿Cuántos son? ¿Cuántos? Ya se
perdió la cuenta. Los jugadores del fútbol argentino que vienen sufriendo y
padeciendo distensiones, desgarros y otras lesiones de menor o mayor gravedad
ya superan largamente los pronósticos más pesimistas. Boca, por citar un
caso, con la cantidad de jugadores averiados que debilitan su plantel, es un
testimonio que camina en esa dirección. No es el único. Hay varios. O hay
demasiados.
Día a día se multiplican las víctimas mientras el ambiente del fútbol (jugadores, cuerpos técnicos, periodismo) ya naturalizó los daños colaterales en nombre de eventualidades que no son tales.
¿Qué factores operan para que fecha tras fecha existan tantas deserciones obligadas por problemas físicos? Seguramente no hay una razón excluyente que explique el fenómeno. De lo que no quedan dudas es que algo importante está fallando, más allá de los imponderables que siempre existen. Pero en este caso no nos estamos refiriendo a los imponderables.
El fútbol físico que hace varias décadas idealizaba el técnico argentino
Juan Carlos Lorenzo en sintonía con el fútbol europeo de aquel entonces,
terminó instalándose en la
Argentina. Los preparadores físicos tomaron decididamente la
iniciativa e impusieron condiciones taxativasDía a día se multiplican las víctimas mientras el ambiente del fútbol (jugadores, cuerpos técnicos, periodismo) ya naturalizó los daños colaterales en nombre de eventualidades que no son tales.
¿Qué factores operan para que fecha tras fecha existan tantas deserciones obligadas por problemas físicos? Seguramente no hay una razón excluyente que explique el fenómeno. De lo que no quedan dudas es que algo importante está fallando, más allá de los imponderables que siempre existen. Pero en este caso no nos estamos refiriendo a los imponderables.
Los
entrenadores, en cambio, fueron resignando sus espacios. La semana de
actividad de un equipo hoy se focaliza mucho más en el aspecto físico que en el
plano futbolístico. Lo mismo ocurre en las pretemporadas, verdaderos escenarios
de maratones de resistencia y velocidad que colocan al juego en una instancia
secundaria.
Fernando Signorini (preparador físico desde hace 35 años y entrenador personal de Maradona durante varias temporadas) siempre fue crítico de este desequilibrio que ubica al jugador como un atleta despersonalizado que debe privilegiar la fuerza para imponer sus condiciones técnicas.
Fernando Signorini (preparador físico desde hace 35 años y entrenador personal de Maradona durante varias temporadas) siempre fue crítico de este desequilibrio que ubica al jugador como un atleta despersonalizado que debe privilegiar la fuerza para imponer sus condiciones técnicas.
Dice Signorini sin
ambiguedades: "Es un reduccionismo hablar de preparación física en el
fútbol. Así planteado, no existe como tal. El fútbol precisa una
preparación futbolística específica. Y no que los jugadores trepen médanos,
arrastren trineos, levanten 70 kilos y hagan sesiones de altísimas exigencias
propias de otros deportes lejanos al fútbol. Los problemas del fútbol no son
físicos. Son conceptuales. Son los que parten del desconocimiento para jugar
bien. Aquel que no lo entienda y crea que el músculo puede resolver todo,
aporta en una dirección muy equivocada".
Ese protagonismo desbordado que adquirieron los preparadores físicos en la marcha de los equipos no provocaron, precisamente, un fútbol mejor. En esa dinámica, se crearon condiciones fronterizas al gran riesgo físico. La cantidad innumerable de jugadores lesionados que debilitan a los planteles no son consecuencia directa de situaciones violentas que se expresan en una práctica o en un partido formal. En 9 de cada 10 casos, son problemas musculares que se generan por sobrecargas que determinan roturas de fibras que demandan, como mínimo, tres semanas de recuperación.
La realidad es que los técnicos argentinos sensibles a consignas falsas, se dejaron ganar la cancha por comodidad o por ignorancia. Los preparadores físicos les coparon el territorio y los fueron desplazando en el área de las decisiones futbolísticas. Los roles se terminaron invirtiendo. Y los jugadores quedaron en el medio de disputas ajenas atrapados por la confusión.
Ese protagonismo desbordado que adquirieron los preparadores físicos en la marcha de los equipos no provocaron, precisamente, un fútbol mejor. En esa dinámica, se crearon condiciones fronterizas al gran riesgo físico. La cantidad innumerable de jugadores lesionados que debilitan a los planteles no son consecuencia directa de situaciones violentas que se expresan en una práctica o en un partido formal. En 9 de cada 10 casos, son problemas musculares que se generan por sobrecargas que determinan roturas de fibras que demandan, como mínimo, tres semanas de recuperación.
La realidad es que los técnicos argentinos sensibles a consignas falsas, se dejaron ganar la cancha por comodidad o por ignorancia. Los preparadores físicos les coparon el territorio y los fueron desplazando en el área de las decisiones futbolísticas. Los roles se terminaron invirtiendo. Y los jugadores quedaron en el medio de disputas ajenas atrapados por la confusión.
Y por los desgarros en
cadena.
Por Eduardo Verona - diario popular.