Enfrenta un juicio por la falta de aportes de la productora
Ideas del Sur. Los cargos se podrían agravar si se lo vincula a la
investigación en torno al movimiento de fondos del Grupo Indalo.
El juez Rafael Caputo debe decidir si acepta el pedido para
que Tinelli sea llevado a declarar. No como testigo sino como sospechoso de
haber cometido un delito. El pedido surgió del abogado Gonzalo Espinosa Paz,
quien representa a empleados de la productora Ideas del Sur, por la presunta
retención indebida de aportes previsionales desde noviembre de 2013. Ese mismo
año, el Grupo Indalo de Cristóbal López compró la productora de Tinelli y lo
salvó, con ayuda kirchnerista, de las dificultades económicas que se
avecinaban.
La denuncia es contra López, su socio Fabián De Sousa y
Tinelli, quien era presidente de la productora cuando comenzaron a evadirse los
pagos. El conductor fue presidente de la productora hasta abril de 2016, cuando
terminó de vender las acciones que le quedaban. Ahora está inquieto. Incluso
llamó al abogado denunciante en busca de una solución. Por ahora no la
encuentra. En forma paralela avanza otra investigación, en manos del juez
Julián Ercolini, por los $ 8 mil millones en impuestos que adeuda al Estado el
Grupo Indalo, dueño de Ideas del Sur. Si se demuestra que, más allá de la falta
de pago de impuestos, el dinero se usaba como parte de una asociación ilícita
que giraba fondos de una compañía a otra, el delito puede ser mucho más grave y
la productora podría quedar en la mira como parte de la misma red. A su vez, la
jueza Verónica Straccia investiga la falta de aportes de otras empresas del
Grupo Indalo y ya llevó a declarar a López y De Sousa.
El Gobierno se muestra poco predispuesto a defender a quien
apostó con negocios y pantalla al triunfo de Daniel Scioli. En un principio
buscó minimizar el malestar por el sarcasmo del director. Pero todo lo que se
había planeado desde la comunicación lo destruyó Macri con un rapto de
honestidad ante Joaquín Morales Solá al quejarse porque lo imitaba “de mala
manera” y justificar como espontáneos los ataques en las redes. Con tanta mala
suerte que, en la misma jornada, PERFIL revelaba los detalles del informe
encargado por Tinelli que demostraba que el ataque en Twitter había sido
lanzado en forma automática por call centers. La combinación tiraba a la basura
toda la estrategia que había montado el equipo de comunicación para mostrar una
imagen de tolerancia y comprensión. Hubo que volver a entrenar al Presidente.
Con el encuentro en Olivos, el conductor logró recuperar
canales de diálogo con un gobierno que entreveía detrás de sus peligros
judiciales. El problema para Tinelli es que el macrismo funciona de forma
diferente al kirchnerismo. El conductor extraña los tiempos en que aquello que
acordaba con Carlos Zannini se replicaba en el resto del poder. Fue allí, a
metros del despacho presidencial, donde por ejemplo se cocinó la compra de la
productora de Tinelli por parte del empresario kirchnerista Cristóbal López.
El papel de Zannini no encontró continuidad en la
administración de Macri. El Presidente puede palmearle la espalda y decirle que
le gustaría verlo en la conducción de la AFA, sin que luego mueva un dedo para
convencer a su amigo Daniel Angelici de que lo lleve a la práctica. Resignado
con el fútbol, ahora espera que la ayuda llegue en el plano judicial.