Suele suceder que los orígenes de las grandes marcas de automóviles premium, esos con los que muchos aficionados al motor sueñan con conducir, están lejos del glamur y la exclusividad que destilan en la actualidad. Es común entre algunas de ellas el hecho de haber atravesado dificultades financieras.+
El caso de Audi no es una excepción. Aunque su caso es bastante particular, en tanto su composición, tal y como la conocemos hoy, tiene su origen en hasta cuatro empresas diferentes que, un día, decidieron unirse. No sabían que, varias décadas después, su creación sería una referencia en el sector de la automoción.
Entre esas diferentes raíces que llevaron a su constitución, la principal pasa por August Horch, un ingeniero industrial que antes había sido herrero, y que comenzó en el mundo de la gran industria en la construcción de barcos. A finales del siglo XIX, tuvo al mejor maestro que podía aprovechar quien quisiese enfocar su carrera al incipiente mundo del automóvil con motor de combustión: KarlBenz, su inventor.
Esa experiencia animó a Horch a crear su propia empresa, en 1899. La llamó A. Horch & Cie. Su primer coche fue fabricado por una quincena de trabajadores. Tenía una potencia de 4,5 CV, que alcanzaba una velocidad de 32 km/h, e introducía una importante novedad para la época, un motor con un cárter de aleación. El siguiente automóvil ya alcanzaba los 20 CV de potencia gracias a sus cuatro cilindros, y poco a poco los coches de Horch se iban haciendo un nombre, al nivel de los de Mercedes, aunque con unas finanzas precarias. En 1904 encuentra nuevos socios y la empresa se refunda bajo el nombre de A. Horch & Cie. Motorwagenwerke AG. La compañía siguió fabricando cada vez mejores automóviles, pero en 1909, las diferencias entre Horch y el director financiero de la empresa hicieron que el primero, el que la daba nombre, saliese de ella.
Pero a grandes males, grandes remedios. Horch insistió con su aventura industrial y creó la August Horch Automobilwerke, lo que le valió una demanda de su anterior compañía por utilizar la marca registrada Horch. Y aunque fuese su apellido, la justicia les dio la razón a los demandantes. Tenía que buscar nuevo nombre, y su hijo, que estudiaba latín, le dio la solución. “Horch”, en alemán, es la fórmula imperativa “escucha”, que en su traducción al latín es “audi”, que nacía como tal en 1910.
En aquella época, también crecían las empresas automovilísticas Wanderer y DKW, ubicadas en la Sajonia alemana. El fundador de esta última, el danés J. S. Rasmussen, compró en 1928 la mayoría accionarial de Audi, en la que August Horch, entonces, ya jugaba un papel secundario. Fue el inicio de un proceso que acabó con la fusión de los cuatro fabricantes de la zona: Audi, DKW, Wanderer y Horch se fusionaban en la Auto Union AG. Su logotipo, los cuatro aros actuales, simbolizaban la aportación de cada marca. Cada una siguió operando con su nombre, aunque compartiendo tecnologías. En esa década, apareció el Auto Union Type D, un coche de carreras que hoy es uno de los modelos históricos de Audi. Pero Auto Union se concentró en los coches pequeños, lo que benefició a DKW y perjudicó a Audi. De hecho, entre 1940 y 1965 no volvieron a aparecer vehículos de esta marca, ni siquiera cuando Auto Union pasó a ser propiedad de Daimler.
Esta no tardó en deshacerse de ella por falta de rentabilidad, y fue cuando Volkswagen entró en liza, y la fusionó con el fabricante NSU. El primer modelo de éxito de esta nueva etapa fue el Audi 100, lanzado en 1968, y desde 1971 se adoptó el eslogan “A la vanguardia de la técnica”, que se sigue utilizando. Un año después aparecería el Audi 80, que se mantuvo más de 20 años en el mercado. La década de 1980 vio nacer el conceptoQuattro, y la de los 90, los modelos que hoy componen su gama:los A3, A4, A6, A8 o TT, su primer superdeportivo. En el siglo XXI, los todocaminos han sustentado el crecimiento de la marca, y el R8, su gran referente deportivo, ha reforzado su carácter innovador, siendo fieles a su eslogan.
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