Siempre hay dos maneras de ver las cosas. Y en el fútbol,
también hay dos ligas. La del balón y la del dinero, la que suma goles y la que
cuenta la pasta
Exteriores de Old Trafford, estadio donde juega el
Manchester United.
JOSÉ FRANCISCO DEL VALLE
En la tienda del United, raro es el día que no hay cola para
pagar. En la esquina, a las puertas del hotel que los hermanos Neville y
Beckham construyeron hace unos años, se acumulan los autocares de turistas
japoneses. En los pubs de la ciudad, los seguidores veteranos se encogen de
hombros y mascullan. “En el fondo, seguimos siendo un sentimiento por mucho que
el campo se llene de gente que va a hacer fotos y se marche antes de acabar los
partidos”, asegura Ian Mackie en The Dockyard tras el empate contra el Hull.
Ese día, un businessman de Malta pagó 9.000 libras por cenar con su novia en un
palco de Old Trafford. Se subió a un helicóptero y volvió a casa. Ian llegó a
Eccles a pie.
Siempre hay dos maneras de ver las cosas. Y en el fútbol,
también hay dos ligas. La del balón y la del dinero, la que suma goles y la que
cuenta pasta. En Inglaterra, por ejemplo, compiten esos dos campeonatos y
muchos los celebran por igual. Uno aún se vive en las gradas, y acerca al
milagro de celebrar un título en Leicester, por ejemplo, pero hay otro que
permite cobrar bonus en el corazón financiero de Londres. Y ahí, según el estudio que anualmente elabora Deloitte, ganó
la pasada temporada el Manchester United, que recuperó el honor perdido en
2004. Da igual si en la portada de We
are United, el célebre fanzine callejero que dita con talento y amor desde los
16 años Andy Mitten, no pudieran publicar una triste foto de celebración al
final de la pasada campaña, porque nada festejaron más allá del adiós del
malhumorado Van Gaal. Da igual. En los despachos brindaron con champagne: son
los más ricos, los mejores, han vuelto a ganar… en sus cuentas bancarias.
Hubo un tiempo en que Mr. Gibson tuvo que avalar al club de
Stamford para que no desapareciera. Apenas un puñado de libras salvaron al club
de la bancarrota. Ya nadie lo recuerda, claro.
Ahora el United es una máquina de imprimir libras en manos
de capital norteamericano y ha sido señalado como el club más poderoso
(económicamente hablando) del mundo. No hay entidad que genere más guita. Así
que da igual que su entrenador sea
incapaz de hacer funcionar el invento sobre el césped. El gran honor de los
diablos rojos de Manchester hoy en día es económico y a sus ejecutivos parece
importarles poco que su fútbol sea tan
triste como ver la cantidad de vagabundos que se acumulan en las calles de
Manchester.
EL UNITED ES UNA MÁQUINA DE IMPRIMIR LIBRAS EN MANOS DE
CAPITAL NORTEAMERICANO. ES EL CLUB MÁS PODEROSO (ECONÓMICAMENTE HABLANDO) DEL
MUNDO
El espectáculo está en las cuentas de los bancos y en las
salas de prensa, donde el portugués saca pecho por clasificarse para la Copa de
la Liga, un torneo menor, atiende al teléfono de un periodista que graba sus
declaraciones cuando el aparato suena a destiempo o bromea cuando le preguntan
por su rapado aprovechando que la pregunta se la hace un tipo sentado al lado
de un calvo.
Mou está de buen humor y sus periodistas más fieles le doran
la píldora al tiempo que atizan a Guardiola. Pero la realidad es que el United
vive alejado, como ninguno de los grandes, de la pelea por el título de la
Premier pero, eso sí, asentado en la cima del mundo economicopelotero.
Sobre la base del estudio de ganancias por día de partido,
televisión, ingresos por publicidades varias (los ingresos combinados excluyen
las primas por traspaso de jugadores, el impuesto al valor agregado y otros
impuestos relacionados a ventas) y ganancias por premios en cada una de las competiciones en las que participa,
el United es el campeón de los campeones.
Este es el primer año que, en conjunto,
se supera la cifra de los 600 millones de euros y los rojos lideran la
clasificación con un beneficio de 689 millones de euros en la campaña
2015/2016.
Es el campeón de lo que se da en llamar “The Money League”,
título del que ha desbancado al Real Madrid. El club de Concha Espina lideró
entre 2004 y 2015 el circo del dinero. Florentino Pérez
ha perdido su liderazgo a pesar de
obtener ingresos por valor de 620,1 millones, que significan un 7% más que en
2015. El club madrileño cedió protagonismo en la categoría publicitaria, pero
lidera los ingresos televisivos (227,7) y es tercero en cuanto a la recaudación
por día de partido (129 millones). El FC Barcelona, segundo en la tabla,
recaudó por ingresos publicitarios un 12,4% más que Real Madrid. Entre los tres
primeros de la clasificación han multiplicado por siete sus ingresos, lo que
significa un crecimiento anual del 11%
De los 20 clubes más poderosos son ingleses, además del
United, siete de la premier: City, Arsenal, Liverpool Chelsea, Tottenham West
Ham y Leicester. Están el Barça, el Madrid y
sólo otro equipo español, el Atlético Madrid, aparece entre los 20
primeros; hay tres alemanes (Bayern,
claro, Dortmund y Schalke) y cuatro italianos: Juve, el primero en décimo lugar, Roma, Milan y el Inter de
Milan. El Paris St Germain es el único club francés en la lista, bajó del
cuarto al sexto lugar, y el Zenit St Petersburgo, ruso, ocupa el lugar
16º y es el único equipo que no milita en una de las grandes ligas europeas.
Tim Bridge, gerente de Deloitte, ha asegurado que considera
“posible” que todos los clubes de la Premier League se metan entre los primeros
30 el próximo año gracias al acuerdo de 5.100 millones de libras esterlinas por
derechos de televisión que entró en vigor esta temporada."La aparición del
Leicester en el ranking de los equipos más poderosos demuestra que el éxito en
el campo representa la posibilidad de
que el triunfo da la oportunidad de alcanzar un lugar en el top 20",
agregó.
EN ESPAÑA TODOS LOS CLUBES SON SOCIEDADES ANÓNIMAS MENOS
CUATRO: OSASUNA, ATHLETIC BILBAO, BARCELONA Y REAL MADRID, PERO ESTO NO IMPIDE
HACER NEGOCIOS
En Inglaterra el fútbol ha permitido antes un posicionamiento
social que un instrumento económico para los propietarios de los clubes o sus
presidentes, aunque no deja de ser una plataforma de poder. En España todos los
clubes son sociedades anónimas menos cuatro: Osasuna, Athletic Bilbao,
Barcelona y Real Madrid, pero esto no impide hacer negocios. Ni al Barça ni
especialmente a la casa blanca.
Florentino Pérez es presidente del Real Madrid y titular de
ACS, una de las tres constructoras más poderosas de Europa. En 2001 el club
tenía una deuda de más de 200 millones de euros. Gracias a sus contactos en el
Partido Popular, Pérez logró revalorizar la zona donde estaba la Ciudad
Deportiva, la vendió en 480 millones de euros y licuó lo que debía. A partir de
ahí, creció el imperio que ha permitido al señor Pérez situar al Madrid en lo
mas alto.
El Barcelona ahí anda. Laporta reflotó un club con serios
problemas de financiación y lo dejó listo para competir con los mejores, por
mucho que Sandro Rosell se empeñara en decir lo contrario y tratara de
gestionarlo sin alma alguna con la excusa de “no podemos pagar ni a la
telefonista”. “Mintió con las cuentas desde el minuto cero”, le acuso siempre
Laporta. Rosell soñó y se pasó de listo. Sus entramados financieros fueron tan
turbios que mosqueó incluso a sus socios y uno le preguntó por el contrato de
Neymar. El desprecio de sus directivos al tal Jordi Casas --y del propio
Rosell-- terminó en los tribunales. De Rosell ya no se sabe mucho pero dejó en
evidencia prácticas financieras de dudoso gusto que a los ingleses les alarman.
Entre sus maniobras, a los socios del Barça les indigna la presencia de
extranjerosen el campo, algo que ha permitido al Barça, en cualquier caso,
desbancar al Madrid en ingresos, hasta convertirse por muy poco en el segundo
club más rico del mundo.
Pero los clubes piensan más con el bolsillo que con el
corazón muchas veces, No es casualidad que durante el tiempo que los dueños del
United deliberaron sobre quién debía sustituir a Louis van Gaal (hablaron con
Guardiola y Pochettino, del Tottenham, antes que con Mourinho) las acciones de
la entidad se resintieran en su cotización en Bolsa por la incertidumbre. Y
tampoco que si finalmente, descartadas las dos primeras opciones, se apostó por
Mourinho, tuvo tanto de condicionamiento deportivo como de apuesta de
mercadotecnia, algo que incluso se había contemplado en los despachos del City
o, en su día, en los del Barcelona.
Al final, esa apuesta por el portugués ha dado rédito
económico, otra vez, y deportivo solo hasta cierto punto. El United, es cierto,
se ha clasificado para una final en Wembley --la Copa de la Liga, el peor de
todos los torneos-- pero Mou sale de un lío y se mete en otro, y tras hacerse
el simpático durante unos días ha vuelto a sacar su cara más agria. Manchester, esa ciudad que se
cree que las mesas están hechas para bailar sobre ellas, apenas sabe de él,
encerrado en su despacho durante el día y en su hotel por las noches, víctima
de la grandeza de un club al que trata de honrar más con palabras que, hasta
ahora, con hechos. Porque siendo como es el equipo que más dinero se ha
gastado, no es, ni de largo, el que mejor juega.
Así que se puede ser campeón en el banco, pero eso no
garantiza serlo en el campo. Mourinho y el United son el mejor ejemplo. Por
mucho que el año pasado ingresara 188 millones de euros en derechos
de televisión, que genere 214 millones de beneficios en publicidad o que solo
por la gira de verano entre China y EE.UU. se llevara 12 millones por seis
partidos. Hay cosas que no compra el dinero: la pelota, que se sepa, no se
vende.
AUTOR
Luis Martín
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