Francia garantiza la celebración del torneo y descarta
cambios de fecha o partidos a puerta cerrada.
Desde hace un mes, en Francia, se están ensayando simulacros
de atentado pensando en la próxima Eurocopa. El último ensayo fue hace una
semana en Nimes. Se trató de un ataque químico en una «fan zone» con la
participación de casi 2.000 personas entre profesionales y figurantes. Antes se
ensayaron un falso atentado en Niza con un dron, ataques con gases tóxicos o
tiroteos en estaciones de tren. Se trata de «garantizar en la gran fiesta
deportiva del fútbol unas condiciones de seguridad máximas», asegura el
ministro del interior galo, Bernard Cazeneuve, que ayer no ocultó que durante
el campeonato «todo el país vivirá un alto nivel de amenaza». Los atentados del
13-N en París obligaron a extremar las medidas de seguridad. Los de Bruselas lo
han ratificado. Francia presume de que antes del 10 de junio –fecha de arranque
del torneo– y hasta el 10 de julio todo el país vivirá una movilización como no
ha habido otra antes y que estará prolongada en el tiempo.
La Eurocopa se celebrará en las fechas y los estadios
previstos. En eso hay unanimidad entre el Gobierno francés y la UEFA. El primer
ministro galo, Manuel Valls, y el secretario de Estado para el Deporte, Thierry
Braillard, garantizan que el torneo no se anulará ni se retrasará. «Lo
repetimos desde hace meses: la amenaza terrorista ha sido integrada en nuestras
reflexiones desde el principio, pero no podemos añadir miedo al miedo», aseguró
tajante Braillard en «L’Equipe». No celebrarla «sería una derrota», afirmó
Valls en declaraciones a la emisora «Europe 1». En la misma línea se expresó el
presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Noël Le Graët: «La Eurocopa no
está en peligro, aunque no exista nunca el riesgo cero». Valls defiende la
necesidad de mantener la normalidad pese a los ataques terroristas: «Hay que
ser prudente y estar movilizado, pero la vida está ahí. Francia es un país
libre y hay manifestaciones multitudinarias, deportivas, culturales, también de
protesta, de estudiantes, trabajadores y eso es lo normal. Es la más bella de
las respuestas a esta ideología de muerte». Desde el Gobierno francés se
reconoce que la amenaza terrorista «es de una amplitud inigualable y los medios
para luchar contra ella deben estar a la altura».
Hay varios factores que convierten la Eurocopa en única en
materia de seguridad. Francia y Bélgica comparten más de 600 kilómetros de
frontera, y Bruselas –considerado el gran vivero yihadista del continente– está
muy cerca de algunas de las principales sedes del torneo. Los controles en la
zona fronteriza se multiplicarán. La otra obsesión de los organizadores será la
vigilancia de las «fan zones». La naturaleza de los ataques terroristas en
áreas de concentraciones multitudinarias ha provocado que estos espacios cobren
tanta importancia como los propios estadios. Alguna «fan zones», como la de
París, puede superar los 100.000 seguidores y eso obliga a una vigilancia que
no existió en ningún gran acontecimiento internacional anterior.
El frente común mostrado por el gobierno galo contrasta con
las divergencias que aparecieron en la UEFA. Uno de los vicepresidentes de la
organización, el italiano Giancarlo Abete, no descartó jugar algún partido a
puerta cerrada «si aparece un riesgo significativo». Luego fue corregido –«se
tomarán todas las medidas de seguridad para organizar una Eurocopa segura y
festiva y no está previsto disputar partidos a puerta cerrada»–, aunque la UEFA
está trabajando «en planes de urgencia y en diferentes escenarios vinculados a
situaciones de crisis ya que nos tomamos muy en serio la seguridad de todos los
participantes con la mayor seriedad», según se asegura desde la propia
organización.
Y los afectados, las selecciones y los futbolistas, qué
dicen. «No hay que dejarse intimidar por el terrorismo», según Joachim Löw,
seleccionador alemán que ya vivió el 13 de noviembre en el amistoso ante
Francia en el Stade de France. «Estaremos seguros en la Eurocopa», dice Pedro.
El torneo ya se ha bunkerizado.
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